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Juan Arcones

Juan Arcones

“Lo corriente no existe”

Por Oriol Rodríguez, foto/photo; Carlos Moreno 28.01.15

Juan Arcones (Madrid, 1986) escribe desde siempre. Así lo dice sentado en un café barcelonés, mientras se quita el abrigo y se aparta el pelo. Ha escrito y dirigido el corto Holden, con el que ha dado la vuelta al mundo, ganando premios en Nueva York o Hawaii, y en marzo de este año presentaba Dextrocardíaco, su primera novela, basada en su blog homónimo. “¿Cuántas veces os habéis quedado con cosas por decir?”, se pregunta en el blog. Un mechón le cae distraído sobre la frente, rebelde, mientras él lo devuelve a su sitio y se prepara para contar cosas. Porque ahora, lo que toca, es decirlo todo.

¿Cómo surge la idea del guión? ¿Cómo llegas hasta aquí?

En realidad no me planteé nada. Holden fue lo que me empezó a dar notoriedad pero llevo escribiendo desde hace mucho. Me levanto por la mañana y quizás me viene una idea, y mientras estoy escribiendo esa, me viene otra, y la primera la dejo atrás. Eso es lo que me pasó con el libro y el corto. Me centré en el corto, salió, y ya está.

“Escribo, principalmente, para dar salida a la ingente cantidad de ideas que me rondan la cabeza en el día a día.” Es lo primero que descubrimos de ti en tu página web. De entre todas tus facetas, ¿te defines como escritor?

Sí; aunque... Queda muy de flipado, pero yo me veo más como ¿creador? ¿creativo? Porque escribo y también dirijo. Y ahora estoy intentando crear una aplicación. No me centro sólo en escribir. Es lo que mejor se me da, pero estoy dentro de todo el rango de crear cosas e historias.

El guionista Yves Lavandier dice en “La Dramaturgia” que el escritor, mientras escribe, también dirige. Sólo por el hecho de escribir la frase ya le está poniendo un lugar, un color, una forma de actuar. ¿Está implícito?

Yo, cuando escribo, lo veo todo audiovisual, y creo que eso nos pasa a todos. No lo ves en plano. Estás creando y dirigiendo tu historia, sin factores externos, aunque luego el editor puede decirte alguna cosa. Es lo bueno de escribir, que también diriges al mismo tiempo. Como Woody Allen.

Tanto en Holden como en Dextrocardíaco el tema principal es el amor. ¿Vivimos en torno a eso?

El amor está bastante presente en lo que escribo, sí y en la vida. No sólo el amor hacia una persona, sino el amor en general. A cualquier cosa. Es muy metafórico, pero también está el amor a lo que haces, a tu trabajo. El 90% de las canciones, libros y pinturas tienen historias de amor. Aunque sean de terror. Como, no sé, “La Mosca”.

“La Mosca”, la primera historia de amor en la que piensa todo el mundo.

Claro (ríe). Veo el amor como centro en el arte. En todo.

¿No sabemos estar solos?

Nos cuesta. Tenemos miedo a estar solos. De hecho, muchas veces el amor es un reflejo del miedo a estar solos. Por eso hay muchas relaciones que empezamos sin estar muy seguros sobre si nos gusta la otra persona. Y por eso acaban fatal. Se empiezan porque necesitas estar con otra persona.

It’s hard for us. We are afraid of being alone. In fact, love is a reflection of our fear of being alone. That’s why there are so many relationships that we start out on without being sure whether we really like the other person. And they end badly because of that. They start because we need to be with another person.

¿Es una necesidad?

Sí.

¿El error es aspirar a la felicidad completa?

Tampoco, porque es lo que lleva a conseguir cosas. Ese empuje hacia la meta es lo que nos ayuda. No es un error, es un motor para conseguir algo; el error es conformarse. Aunque puedes haber llegado al tope de tu vida y ser muy feliz.

Los protagonistas del libro y el cortometraje tienen características especiales. En el caso de Holden es un problema de memoria, y en el de Marc (protagonista de Dextrocardíaco)un corazón situado en la parte derecha de su cuerpo. ¿Lo corriente aburre?

Para mí le da un toque más. Todos tenemos nuestras rarezas, lo que pasa es que no nos gusta airearlas al público. Son rarezas que les dificultan las relaciones pero a su vez los hacen más humanos para el espectador. O el lector. En la obra de teatro que estoy preparando también tienen su particularidad. Me gusta meter elementos así para que se vea que lo corriente no existe.

Crecemos con una idea sobre lo que es corriente.

Nos lo imponen desde el principio. Como que ser hetero es lo normal y ser gay es diferente.

Decías en otra entrevista que tus protagonistas “son gays y punto”, que no se trata de literatura gay. ¿Crees que es necesario un género LGTB?

Es que no debería existir literatura gay o cine gay como tal, como no existe la literatura heterosexual. Hay literatura romántica, de ciencia ficción, de thriller, western… Que el protagonista sea gay no tiene que ser un género en sí. Aunque sea un perro, no es cine para perros. Es una forma de etiquetar y diferenciar, de decir que todos somos muy iguales pero lo clasificamos diferente, apartado. No le veo la lógica; es literatura, y punto. Y en el libro el protagonista es gay, y ya está.

Sin embargo has participado e incluso ganado en festivales especializados.

Me parece bien que se hagan festivales para dar visibilidad, por cosas como lo que está pasando en Rusia. Ayuda a concienciar a la gente. Justamente ahí se ve que no está igualado, porque el 99% de festivales en los que el corto fue seleccionado eran LGTB, pese a que lo mandamos a festivales de todo tipo.

¿Qué hay de las mujeres en tu obra?

Tengo que decir que las dos cosas que escribí con protagonistas masculinos son las que han visto la luz. (ríe) Igual es porque son las que mejor me han salido. No es por nada, sólo que me resulta más fácil identificarme con un chico que con una chica.

Contabas también que algunas editoriales grandes habían desestimado Dextrocardíaco porque consideraban arriesgado que el protagonista fuera gay. ¿Se subestima al público?

Depende. Hay quien va de tolerante y no lo es tanto, y hay gente que después puede sorprender. Es una cuestión demasiado subjetiva. Las editoriales son empresas, y necesitan ponerse en el peor de los casos porque siempre está presente el factor de la ganancia.

Has estudiado y trabajado en EEUU, donde además también has presentado Holden en diversos festivales. ¿La situación para un director novel es distinta a la de aquí?

En EEUU, donde mejor ha funcionado el corto, es muy diferente. La gente te intenta ayudar por el simple hecho de hacerlo. Aquí, en cambio, no te prestan la ayuda si no hay un interés de por medio.

¿El pastel ya está repartido?

El problema que veo yo en el sector artístico es que todos tendemos a fijarnos en el de al lado, y no nos gusta que esté por encima de nosotros. Queremos que nos vaya bien, pero no que al otro le vaya mejor. Si, pongamos como ejemplo, yo conozco a Steven Spielberg, no te lo diré, porque a ver si Spielberg hace contigo algo más guay y yo voy a quedarme por debajo. Y eso es atraso total.

Nos frenamos unos a otros.

Nos frenamos y nos pisoteamos. Y digo frenamos, porque yo también lo he hecho alguna vez. Pero ya he visto que no. No tiene sentido. Es mejor preocuparse de uno mismo, y además mola ayudar a los demás. Si tengo amigos actores y me entero de algo, aunque yo no esté metido, se lo digo por si puedo ayudarlos. 

 ¿Por qué actuamos así?

Tenemos un complejo de inferioridad en cuanto a lo que se hace en España. “Todo es una mierda”. El cine español, entre los españoles, está súper mal visto, y nadie va a ver cine español, incluso ahora que está remontando. Y lo mismo con la música y con todo. Hay ese complejo extraño que no acabo de entender, porque estamos todos en el mismo saco. Y cuando uno saca la cabeza, entonces pensamos, “Joder, ¿por qué éste la saca y yo no?”. En lugar de pensar “Joder, si él lo ha conseguido, yo también puedo”. Mucha gente espera  a que le vengan las cosas. Ahora está cambiando, pero hace seis años no se movía nadie. Y hay que hacer cosas. La gente tiene que hacer, y no hace.

 ¿Los jóvenes crecemos diferente?

Creo que sí. Y también, aunque haya crisis, tenemos más oportunidades. Vale que el trabajo esté hecho una mierda, pero hay cosas que hace quince años los jóvenes no se podían ni plantear. Hacer un corto como lo he hecho yo, por ejemplo, que encontré al productor mediante Linkedin. Antes Linkedin no existía. Y todo mi trabajo está ahí fuera, en internet, como una carta de presentación, mucho más fácil que hace quince años. Qué viejo sueno. (ríe)

 ¿Qué tal Internet como plataforma?

A mí internet, por ahora, sólo me ha ayudado. Puedes conocer a mucha más gente, opciones de trabajo y conseguir que la gente vea lo que haces. Aunque los bloggers quiten trabajo a los periodistas o los youtubers a los cineastas, para mí no es que quite. Es que todo, bien conjuntado, suma.

Las cosas están cambiando y cada vez van apareciendo nuevos formatos y canales. ¿Habrá que replantear las estructuras de entretenimiento?

Creo que el cine acabará tendiendo más a superproducciones, a cosas que no puedes ver normalmente, como Interstellar. La televisión, en cambio, está ganando al cine en cuanto a calidad, y es un formato mucho más conciso.

Me comentabas antes que estás preparando una obra de teatro.

Sí, ahora mismo estoy ultimando una obra de teatro y esperando a la publicación de mi segundo libro para el año que viene.

En la vida, en las situaciones, en el amor. ¿Sólo se gana o se pierde?

En todas se gana algo. Quizás haces un corto, o un largo, y no sale, pero como mínimo durante ese tiempo has hecho algo que te gusta.

Última pregunta. ¿Qué tres adjetivos definen a Juan Arcones?

Joder. (ríe) Original, raro… Y no sé. Original y raro.