b-inspired Entrevista
Come on baby light my fire
Una conversación con FirePlace sobre FirePlace
Había una vez dos artistas visuales llamados Quim Packard y Ángela Palacios que buscaban un espacio de trabajo en el que, además de trabajar ellos, pudiesen trabajar también otros y, sobretodo, hacer que en ese espacio pasaran cosas interesantes abiertas al público interesado. Buscando, buscando encontraron un local con un bonito patio y una gran puerta en Poble Nou, no lejos de la playa ni de la rambla del barrio, y lo llamaron FirePlace. Su nombre evoca la intimidad apacible del ámbito doméstico y declara una voluntad de trabajar de forma tranquila y espontánea, lejos de la rigidez de las instituciones artísticas en las que la programación se cierra con años de antelación y hay poco margen para lo inesperado. FirePlace es también, literalmente, el “lugar del fuego” y en este sentido es lo contrario a algo tranquilo, es algo que arde, que cambia, que está en perpetuo movimiento. Ambas interpretaciones son útiles para definir la esencia de este proyecto, pequeño pero entusiasta, que surge también con la intención de establecer sinergias y colaboraciones con otros espacios independientes de la ciudad, y, sobretodo, con la voluntad de transgredir el ámbito de las artes visuales y su público (a veces algo sectario) para dar cabida a otras disciplinas, en especial a la música, algo que tanto a Quim como a Ángela les interesa especialmente (ejemplo de ello es la estimulante playlist de videoclips que hayamos en el wordpress de Ángela o la práctica esporádica de Quim como músico).
Repasar las actividades que han llevado a cabo en este medio año de andadura es como leer la carta de un restaurante en el que no sabes qué pedir porque todos los platos suenan apetecibles: A Walk with Pessoa by artist Enric Farrès, Stone Soup by Espai Nyam Nyam, Fog Bowl exhibition (Ariadna Guiteres and Estanis Comella), Dublab.es Broadcast, performances by Daniel Moreno and Sophia Washburn, Firemusictime, GreenshakeTalk with Ariadna Guiteras, Welcome to Europe! From Portland (Oregon) Magic Gardens and Jason Urick in concert, Asterisco Mariposa - Exhibition by Mimosa Echard... La nomenclatura anglosajona delata una vocación internacional, un deseo de promover el intercambio artístico y creativo con agentes de fuera, traspasando no sólo las fronteras disciplinarias sino también las geográficas.
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Asterisco Mariposa, de Mimosa Echard. Foto: Kiwi Bravo
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FirePlace, espacio de co-working, Foto: Primoz Zorko
Les pregunto sobre su modus operandi a la hora de decidir la programación, y comentan que son ellos los que proponen a artistas, músicos y otros creadores que desarrollen propuestas para FirePlace, aunque a menudo también son los otros quienes vienen a proponerles actividades. Y como FirePlace, decíamos, es un sitio abierto y dinámico, si la propuesta es interesante la acogen y la hacen posible. No operan de una forma sistematizada, sino a través del ensayo y la prueba, dejando espacio para el riesgo y el error, una manera de trabajar que atribuyen al hecho de ser artistas, ya que el día a día de su práctica se desarrolla también desde lo procesual y la búsqueda continua. Estos seis meses de probaturas les han servido para afinar y acabar de definir el formato que quieren dar a las actividades, que a partir de otoño se presentarán como “FireSessions” eventos de un sólo día en los que pasarán diferentes cosas: propuestas expositivas, performances, conciertos, charlas... Todo ello concentrado en una sesión de varias horas. También programarán más “Walks”, paseos o recorridos de naturaleza artística que además permiten descubrir o señalar sitios singulares del barrio y la ciudad.
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Fireplace, Opening concert, Foto: Adrian Shinder y Eulalia Rovira
También les interrogo sobre cómo ha influenciado FirePlace en su propio trabajo como artistas. En el caso de Quim, que en su práctica a menudo reflexiona sobre las dinámicas de los espacios expositivos e introduce en ella a otros creadores, ejerciendo también como comisario, FirePlace bien podría ser una extensión lógica de su trabajo. Ángela, en cambio, no integra de una manera explícita lo colectivo en su obra, pero está acostumbrada a trabajar rodeada de otros artistas y, como Quim, valora las contaminaciones positivas que esto provoca. Por esta razón FirePlace es también un espacio de co-working abierto no sólo a artistas sino a diseñadores, comisarios y a pequeños proyectos empresariales, y quiere ser también un lugar de residencias artísticas, en el que creadores de otras geografías puedan recalar temporalmente para desarrollar su obra o un trabajo específico.
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FirePlace, foto: Primoz Zorko
Les interrogo también sobre la economía del proyecto, que por ahora no es otra que la del entusiasmo: no hay dinero para pagar a los artistas y creadores invitados, ni tampoco para que Quim y Ángela tengan honorarios, de modo que las cosas salen porque hay ganas de hacerlas, gracias a la dedicación y a los esfuerzos animosos de todos los implicados. Ellos son conscientes de que esta forma de trabajar a veces tiene fecha de caducidad, que unos y otros pueden cansarse de trabajar sin cobrar, pero por ahora tienen entusiasmo suficiente /y un contrato de alquiler del espacio de 10 años) para tirar el proyecto adelante y buscarse la subsistencia económica personal por otros canales. No renuncian a solicitar alguna subvención en un futuro, pero saben que el tiempo que implica solicitarla y justificarla después, sumada a la exigencia de que el capital subvencionado sea sólo la mitad del presupuesto operativo, puede no compensarles.
Comento que en Barcelona la crisis parece haber propiciado la aparición de proyectos independientes, pero Quim es reticente a hablar en estos términos, por el miedo a que este tipo de consideraciones puedan acabar justificando el giro neoliberal de las políticas culturales y la escasa financiación de la cultura por parte de las administraciones. Igual es más interesante pensar en cómo las nuevas tecnologías facilitan que estos proyectos alternativos y autogestionados tengan visibilidad y puedan darse a conocer a pesar de la escasez de recursos, y esto nos lleva también a hablar sobre los efectos colaterales que estas tecnologías tienen, y a la necesidad de generar un espacio y un tiempo que favorezca el encuentro real, físico. Por eso, bromeando, Quim y Ángela comentan que cuando pensaban en desarrollar este proyecto decían que tenía que ser algo “como Facebook, pero mejor”, un lugar que, como la red social por antonomasia, fuera rico en intercambios y en manifestaciones, pero donde la presencia fuera corpórea y el hablar no requiriera de teclados. Y eso de nuevo nos lleva al fuego, a sus propiedades lumínicas, a su esencia cambiante y transformadora, a su capacidad de dar calor, de quemar, y de invocar lo colectivo, lo grupal. Y así es FirePlace. Mejor que Facebook.