Se trata de un edificio organizado en tres volúmenes superpuestos cuya rotación entre ellos a nivel de planta viene sugerida por la geometría de la parcela edificable: el volumen transparente de la planta baja adopta la geometría de la parcela. Esta planta establece una relación de continuidad con el espacio público en el que se sitúa. El volumen de las plantas primera a cuarta recupera la alineación de la calle de l’Om y crea, con el voladizo originado por este giro, un gran porche que enmarca y protege la entrada del edificio. El tercer volumen, de las plantas quinta y sexta, se orienta según un giro intermedio entre las dos direcciones definidas por los volúmenes de abajo. Este volumen al ser más pequeño genera una terraza orientada hacia el mar, accesible a los usuarios del edificio desde la planta quinta.

La necesidad de luz natural determinada por el uso administrativo del edificio se resuelve con grandes ventanales en la fachada que se protegen de la incidencia de la radiación solar directa a través de una envolvente continua de lamas de aluminio. Estas lamas confieren identidad a las fachadas del edificio: se disponen en posición horizontal a lo largo de las fachadas principales del edificio (fachadas longitudinales) y en posición vertical en los testeros.

El uso de una estructura porticada, con pilares en fachada permite obtener plantas diáfanas que se organizan a partir de dos núcleos verticales, dejando el resto de la superficie libre. La compartimentación se hace a través de elementos de tabiquería ligera. De esta forma, el edificio permite una versatilidad de ocupación en el tiempo.