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Fábrica Moritz
Establecida originalmente en 1856 Moritz fue una de las primeras cervezas que se elaboraron en la Península Ibérica. Después de haber dejado de producirse durante la década de 1970 la cerveza fue relanzada en 2004 por los descendientes del fundador capitalizando su condición de icono vintage (aunque ahora producida en Zaragoza). La empresa ahora culmina con la apertura de este ambicioso proyecto que pretende ubicar la cerveza Moritz en el foco de una fundación cultural y gastronómica inspirada en otros proyectos similares en todo el mundo en el que bebidas emblemáticas han establecido asociaciones culturales con sus ciudades o regiones.
Jean Nouvel el arquitecto francés ganador del premio Pritzker (y el diseñador de la Torre Agbar), fue escogido para llevar este multifacético proyecto a término. Se ha tardado más de diez años en construirlo y con una superficie de aproximadamente 4.500m2 el resultado es una nueva y creativa propuesta que se suma a la impresionante oferta cultural de Barcelona. Ocupando la planta baja y el sótano de tres edificios contiguos en la Ronda Sant Antoni, el interior es una laberíntica caja china de espacios entrelazados que esconde en su interior muchas e impactantes sorpresas. Incluyendo un museo, una micro-cervecería (donde se hacen 60 hectolitros de cerveza fresca sin pasteurizar por año), varios restaurantes, una tienda, una panadería y un bar de vinos (con más de 400 variedades), así como espacios de exposición. En todos los casos la cerveza es el denominador común de Fábrica Moritz Barcelona (FMB).
'Vintage vs. nuevo' es el concepto del proyecto; los suelos originales, equipos técnicos y materiales no solo se han mantenido sino que son destacados brindándoles protagonismo. No obstante, este no es un proyecto de conservación histórica sino más bien algo que resulta familiar a la vez que muy innovador. En todos los espacios la iluminación proporciona algunas de las características más sorprendentes de la reforma, a partir de complejos sistemas de reflexión que llevan la luz al sótano o la tonalidad dorada de la iluminación artificial que recrea con precisión los tonos cálidos de la cerveza. Albert Castellón, director de Moritz es la figura detrás de la iniciativa, y cuenta con la experiencia de un proyecto similar, el de la restauración del bar- restaurante Velódromo hace unos años, que también es propiedad de Moritz.