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Croma by Flash

Capturando el momento

27.11.20

Flash Flash, el restaurante eternamente joven que introdujo el espíritu de los vibrantes años 60 en Barcelona en 1970, ahora tiene un restaurante asociado, Croma by Flash. Un restaurante y bar que hace referencia al clásico icono de la gastronomía y el estilo barcelonés pero con una oferta culinaria diferente. Diseñado por Llamazares Pomés Arquitectura, el interior responde directamente a su entorno, en este caso la Av. Diagonal, un amplio espacio abierto y con mucha luz. Sin embargo, el interiorismo conserva el enfoque lúdico de incorporar gráficos, color y glamour que definió al Fash Flash original diseñado por Federico Correa y Alfonso Milá. Los diseñadores del nuevo local Llamarazes y Pomés nos proporcionaron la siguiente descripción.

El proyecto del restaurante Croma nace del gran respeto y admiración hacia estos dos grandes arquitectos que, junto con Leopoldo Pomés, ayudaron a transformar la arquitectura, el interiorismo y, en defnitiva, la cultura de la Barcelona gris de la post-guerra. El Flash Flash fue y es uno de los restaurantes más innovadores, tanto por el interiorismo como por la propuesta gastronómica.

  • Croma by Flash BCN
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    Así, el Croma reinterpreta los principales rasgos del proyecto de Correa-Milá de los años 70, es decir, los espacios se agrupan en zonas mediante las islas de mesas y terrazas a distintos niveles a través del banco corrido; la altura del techo está controlada: los techos son bajos, a escala humana, con el fn de crear un lugar acogedor y casero; tiene una geometría meticulosa, pero que da lugar a un espacio versátil; crea un espacio arquitectónico donde la decoración sobra; la barra no es un elemento de separación, ni un elemento aislado; utiliza materiales con acabado brillante: vidrios, laminados, acero inoxidable, maderas lacadas o barnizadas, todo brillante.

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    Flash Flash era una apuesta radical en blanco y negro, eliminando incluso la escala de grises, en el Croma es precisamente la escala de grises la que coge protagonismo junto a la atrevida aparición del color amarillo del paquete del carrete de fotos Kodak y, como homenaje a los años 60, en el baño se puede encontrar una típica gama cromática de la época: el color violeta, verde, naranja, rojo y gris-azul.

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    Seguramente, el punto más distintivo del restaurante son los 7 lucernarios mágicos que lo zonifcan. Surgen de la necesidad de bajar el techo del local, originalmente demasiado alto para el restaurante. Este punto puede parecer contradictorio, teniendo en cuenta la demanda de techos altos que buscan los restauradores en la actualidad. Considerábamos que de esta manera, se potenciaría el efecto de recogimiento y se crearía un espacio más apaisado.

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    Solo en estos lucernarios aprovechamos toda la altura del local. La imagen de la chica fotógrafa que es el icono del Flash, se encuentra plasmada en todas las paredes del Croma, y, aparece proyectada caleidoscópicamente en los lucernarios, gracias a los múltiples espejos y a su imagen retroiluminada generando una visión onírica y mágica. La luz reflejada es de un color igual al que transmitían los fltros de gelatina “orange” que se utilizaban en los estudios de fotografía.

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    El local se divide en tres zonas: “La terraza”, el comedor y la barra. “La terraza”, una plataforma elevada 45cm sobre el comedor, característico recurso en la arquitectura de interiores de los años 60/70, proporciona una sensación de amplitud en un local de dimensiones bastante reducidas. Podríamos decir que la terraza es el lugar dónde uno se sitúa para ver y ser visto.

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    La barra es el punto que articula todo el local; como lugar de bienvenida, de distribución, de mueble de apoyo, de mueble pastelero y de propia barra de bar. Es el punto de conexión entre todos los espacios. Las distintas zonas se crean mediante el característico banco corrido utilizado en el Flash Flash pero, en este caso, un guiño hacia otro de los proyectos de restauración emblemáticos de Correa-Milá, el del restaurante Reno, donde las juntas de la tapicería son verticales en vez de horizontales.

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    Excepto las paredes y el pavimento, todos los materiales tienen un acabado brillante; la madera de nogal de la barra y de los muebles auxiliares, los aros de acero inoxidable de la fachada y de los zócalos, la laca de las sillas, el laminado de las mesas y del baño y, hasta los nuevos flashes de la fotógrafa en chapa de acero inoxidable pulido, generan un infnito juego de refejos y de luces.

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    El local se ilumina mediante la luz indirecta que proporcionan los flashes y lucernarios de luz artifcial y se puntualiza mediante un carril de focos situado estratégicamente en el perímetro de los lucernarios proporcionando luz directa a cada una de las mesas. La combinación de estos tres elementos da enormes posibilidades lumínicas, desde un restaurante completamente diurno a un espacio que funciona a la perfección para acabar la noche con un merecido cóctel. Es, en este momento, cuando el mundo calidoscópico toma el protagonismo. La escena más canalla del Croma.

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    Las clásicas luminarias rojas M68 de Miguel Milá producidas por Santa&Cole, situadas sobre la única mesa fja del local y sobre el mueble pastelero, aportan un toque de color y de calidez en el local así como las Headhat Bowl de color negro, también de Santa&Cole, colocadas en el mueble de la entrada y como luz de apoyo en la barra. Todas ellas, evidentemente, en acabado brillo.

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    La fachada está formada por unos aros de acero inoxidable brillante, que recuerdan a la fachada del Flash Flash, y por un friso. Un friso que actúa a modo de gran anuncio hacia la avenida diagonal. En él, nuestras fotógrafas captan la atención del transeúnte haciendo fotos constantemente mediante la luz intermitente de sus flashes, enfocando sobre todo al centro del local, justo en el sitio de entrada, para ceder todo el protagonismo al visitante: el auténtico retratado.

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    Uno de los espacios que se han diseñado con mayor detalle es el baño. Una vez más, este se convierte en un juego de refejos constantes gracias a los espejos y al laminado brillante. El baño se convierte en un lugar de homenajes y recuerdos. Homenaje a los colores de fnales de los años 60. El color violeta del laminado del baño reina por todo el espacio a excepción de las cabinas que son cada una de distinto color; verde, naranja, rojo y gris-azul. Las luminarias son un recuerdo del antiguo flash de la fotógrafa icónica, el mítico plafón de vidrio opal, pero, el real homenaje nos lo encontramos solo entrar en el baño, concretamente, en el distribuidor: el “Pabellón de la fotógrafa” una especie de Santuario donde, por primera vez, se nos muestra una fotografía original de la chica del Flash sin su tratamiento gráfco característico.