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Apartamento Príncipe
Nook Arquitectos
Los edificios residenciales de la década de 1970 suelen ser de buena construcción, robustos y adaptables a las nuevas exigencias de la vida del siglo XXI. Esta es la premisa de este proyecto de reforma de Nook Arquitectos para un apartamento en el barrio de Sant Andreu de Barcelona de esa década. Los actuales propietarios heredaron la propiedad y vivieron allí durante un tiempo antes de comenzar las obras de mejora. Nook racionalizó la distribución y aportó una nueva materialidad y paleta de colores al apartamento. Se maximizó la luz natural y se mejoraron las conexiones entre los distintos espacios. Este proyecto demuestra que un buen diseño puede transformar radicalmente la experiencia de vivir en un apartamento, siempre que se tengan las bases desde el principio. La siguiente descripción fue proporcionada por los arquitectos.
Esta vivienda familiar había sido traspasada de la generación anterior a la actual tal y como había sido construida en los años 70. Por ello, los actuales habitantes conocían perfectamente sus virtudes y sus defectos, así como sus objetivos a la hora de llevar a cabo la reforma. La intervención debía centrarse en simplificar los espacios y sus conexiones para obtener mayor amplitud y funcionalidad, así como en mejorar la iluminación natural, que en algunos puntos era más que escasa.
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Se ha modificado la distribución sin renunciar a la posición original de las diferentes piezas, pasando de tres habitaciones a dos más amplias y luminosas. La cocina se ha abierto, sin perder su propio ámbito delimitado, para formar un único espacio con el salón-comedor, donde se ha ampliado la abertura al espacio exterior. De este modo se han optimizado la ventilación cruzada y la iluminación natural en toda la zona común.
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La nueva ubicación del baño, estratégicamente ubicado a continuación de la galería, funciona como espacio canalizador de luz natural desde el patio de luces hasta el dormitorio. Es allí donde la luz queda matizada a través de una divisoria de vidrio acanalado, pudiendo conseguir oscuridad total mediante una cortina. La distribución interior del baño permite usos simultáneos y una doble circulación hacia el vestidor y la habitación principal.
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La propuesta cromática tenía que ser atrevida, brillante y llamativa. Tomando como referencia a la gama cromática predominante en el Pop Art, esta paleta de colores se ha aplicado en zonas específicas para traer a primer plano los espacios de cocina, baño y vestidor, donde la intervención ha sido de grado mayor. Como contrapunto, se ha recuperado la materialidad original de los pórticos estructurales de hormigón que, junto al mobiliario y el parqué en roble teñido de blanco, sostienen y tranquilizan la propuesta de diseño interior.
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Las actuaciones llevadas a cabo han permitido dar una segunda vida a los espacios para ser repensados por la nueva generación, apostando por la fluidez visual y cuestionando la jerarquía tradicional de los espacios.
